Después de la última presentación de Apple, conocida como Keynote, llego a la conclusión que Apple no ha despertado de su letargo desde el fallecimiento de Steve Jobs. Seguimos, con la Keynote del martes, con presentaciones insulsas y sin contenido, sin novedades más allá de los rumores de antes del comienzo de la misma. Lo peor es que llega un nuevo teléfono (el iPhone 5C) que se vende como (Low Cost) y salvo sorpresas por parte de las operadoras en España y en el resto del mundo menos EE.UU. de Low Cost nada de nada. El iPhone 5C se vende libre por 599$ y el 5S por 699$. O lo que es lo mismo, si nos ponemos a sacrificar 599$ de nuestro bolsillo para adquirir un 5C libre, podríamos hacer un esfuerzo poniendo encima de la mesa 100$ por el 5S, que no es de plástico y tiene doble procesador entre otras ventajas frente al 5C.
De todas maneras, no se puede vaticinar que es lo que va a ocurrir. El mercado es muy caprichoso e imprevisible. Pero con los datos actuales en la mano, y aunque le desee todo lo mejor a mi querida marca desde hace más de 15 años, el resultado en ventas, si es malo (lo más probable bajo mi punto de vista), puede poner a Apple en una situación muy comprometida, sobre todo a nivel de imagen de marca.
Por otro lado, esperaba algo más de esta keynote, como hago desde hace dos años. Pero nada, que no hay manera. Que Mr. Cook aún no se ha levantado del duro golpe de su jefe y amigo.
Hay cosas, que por desgracia, ni se heredan ni se aprenden, como en es el caso de la genialidad o de la ambición llevada a los extremos de Mr. Jobs.
Solo espero y para terminar, que Cook tenga la suficiente inteligencia como para asumir sus limitaciones y se ponga a buscar con toda urgencia a alguien que se parezca, aunque solo sea un poco, a Jobs. Con eso bastaría.
A falta de otra cosa, y a día de hoy, mucha suerte a la marca que siempre he defendido a capa y espada aunque no lo parezca. La marca la necesita, y los que trabajamos con todos sus dispositivos también.
Una cita y termino definitivamente: «No hay mayor competencia, que la propia incompetencia»